Aunque esta no tiene por que ser la realidad de toda la gente joven, está claramente demostrado que la costumbre de utilizar nuestros móviles más de lo necesario, descuidando otras tareas, se ha convertido en un gran problema para muchos. Pero, ¿podemos de calificar esto de adicción? Los psicólogos son claros respecto a este tema, la respuesta es no. Estas conductas de uso de nuestros teléfonos no cumplen con las características que podemos apreciar en otras adicciones reales. Los expertos defienden que el problema no viene dado por el móvil en sí, sino por para qué se esta usando. Entonces podemos preguntarnos, ¿ si no se trata de una adicción como tal, a qué se debe esa necesidad de revisar la pantalla cada minuto? La psicología también cree tener un motivo para esto, y es la dopamina, una sustancia que nos impulsa a buscar y consumir estímulos nuevos, y qué mejor instrumento para esto que nuestro móvil, donde solo con desbloquear la pantalla se nos abre un mundo de posibilidades. Pero esta satisfacción no solo es producida por su inmediatez, la anticipación (publicar algo esperando nuestros queridos`likes' y comentarios) y la incertidumbre (desconocer si esto va a suceder), son otros ingredientes importantes que contribuyen al problema.
Por desgracia, dado que no se trata de un adicción real la única solución que nos queda es convencernos a nosotros mismos de que utilizar el móvil durante el estudio no es más que una distracción. Si no somos capaces de dejar de mirar la pantalla o las nuevas notificaciones, otra solución es dejarlo en una habitación aparte lo suficientemente alejada. De esta manera, puede que la idea de levantarnos a por él resulte menos apetecible que estudiar y consigamos concentrarnos mejor.
Por desgracia, dado que no se trata de un adicción real la única solución que nos queda es convencernos a nosotros mismos de que utilizar el móvil durante el estudio no es más que una distracción. Si no somos capaces de dejar de mirar la pantalla o las nuevas notificaciones, otra solución es dejarlo en una habitación aparte lo suficientemente alejada. De esta manera, puede que la idea de levantarnos a por él resulte menos apetecible que estudiar y consigamos concentrarnos mejor.