En una sociedad como la actual, la clave del éxito empresarial es contar con buenas ideas y amplios conocimientos para crear productos que nos permitan seguir avanzando y mejoren distintos aspectos de nuestra vida. Pero esto no es suficiente, detrás de estos proyectos es crucial que haya una figura al mando, la cara de la empresa, que no tenga miedo de defender sus propuestas y tenga la suficiente personalidad como para dirigir a un elevado número de empleados, pero, ¿Cuales son los problemas de esto?
Un ejemplo de este tipo de figura, es el físico, inversor y magnate Elon Musk. Este inventor tiene a su cargo diversas empresas, entre las que destacan SolarCity, SpaceX o Tesla motors. A pesar de ser un hombre de éxito, es también una figura muy polémica de nuestro siglo y hay opiniones muy divididas sobre su personalidad.
Por un lado, no cabe duda de que se trata de un visionario, una persona con la suficiente autoestima y personalidad para defender las ideas en las que él y sus equipos trabajan por estrafalarias que puedan parecer. Por ejemplo, es gracias a él que hoy podemos pagar con PayPal o empezar a ver coches automáticos. Es cierto que, gracias a gente como él que avanza nuestra sociedad.
Por supuesto, por el otro lado también percibimos que el empresario no es todo ideas increíbles y avance. Muchos de sus empleados afirman de forma anónima que el trato con el magnate dista de ser agradable, se dice que es extremadamente arrogante y exigente, que no se corta a la hora de destacar defectos en el trabajo de los demás o que encuentra extremadamente decepcionante que sus empleados no vivan por y para su trabajo en sus empresas. En definitiva, un jefe con una personalidad muy difícil de encajar.
Desde mi punto de vista, aunque entiendo que trabajar con alguien así debe ser agotador, también es la única manera de que pueda sacar adelante sus proyectos y de cultivar su éxito. Sé que es una perspectiva bastante egoísta, pero quizás sea la única si se quiere avanzar.